
La persona que es adicta no solo sufre los efectos de la enfermedad sino también todo aquel que forme parte de su contexto. La familia, los amigos, los compañeros de trabajo, la novia/o son personajes principales en la vida del adicto ya que pasan(a la par) por las distintas etapas que va sufriendo desde el comienzo hasta el final.
El entorno va descubriendo la adicción de la persona cercana. Primero la sospecha, después la negación, el enojo y la frustración. Hasta que llegado un momento la familia asume que su hijo /a esta en problemas y necesita ayuda.
La contención que los padres (junto con el resto de los seres queridos) puedan brindarle al adicto, antes, durante y después del proceso de recuperación es fundamental,
La persona enferma necesita uno o varios pilares en los cuales sostenerse ya que la adicción les ha robado la posibilidad de discernir entre lo que esta bien y lo que está mal como así también la posibilidad de medir sus impulsos y emociones.
Por todo esto los familiares asumir varios roles: deben hacer de puente, en muchos casos, entre el paciente y el equipo médico abocado a su tratamiento, escuchar con atención lo que el adicto les cuente y ofrecerle apoyo para recuperar, de a poco, la confianza perdida.
Muchas veces el adicto a las drogas se siente atacado, cuestionado y observado. Ha perdido la noción de las cosas y su realidad está completamente desvirtuada, con lo que su círculo íntimo debe volver a construir, con ayuda del equipo profesional y de la persona enferma, eso que la adicción se llevo producto de los efectos negativos que trae aparejado.
Fuente: Fundación Manantiales
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