viernes, 25 de noviembre de 2011

Pasta base de cocaína

La pasta base de cocaína o paco (como es conocida) no es estrictamente una droga sino mucho peor. Es el desecho, el residuo, en este caso, de la cocaína.

El paco es una droga callejera, relacionada con los sectores más bajos de la población aunque eso no significa que personas de otros estratos sociales puedan consumir y ser adictas a él.

Los costos de esta pasta base son muy económicos y acceder a ella es cada día más fácil. La elaboran a partil de las sobras de la cocaína, procesada con queroseno y ácido sulfúrico entre otras sustancias y elementos que pueden variar según la persona que la prepara.

El paco suele ser consumido por vía respiratoria mediante pipas (por lo general caceras) o sobre la marihuana en forma de cigarrillo. Su composición química la hace altamente adictiva y tóxica.

En la última década, el paco, se ha convertido en una de las drogas más consumidas por jóvenes y adultos de escasos recursos no solo por su costo sino también por la facilidad para conseguirlo.

Fuente: Fundación Manantiales

lunes, 21 de noviembre de 2011

La adicción a la cocaína, sus efectos y consecuencias


Uno de los principales obstáculos para dejar la adicción a la cocaína es la adicción que esta genera a lo largo del tiempo. El síndrome de abstinencia, como es conocido, comprende de síntomas físicos (no tan claros como en el caso de otras drogas) y psíquicos.

La cocaína y el crack actúan, directamente, bloqueando el transporte de dopamina y generando que esta quede liberada en cantidades elevadas, activando, de este modo, las sensaciones de euforia y placer, desmedido.

El consumo recurrente de cocaína lleva al cerebro a adaptarse, disminuyendo los niveles de dopamina. Esto conlleva a que la persona requiera dosis.

El resultado de esta demanda constante es el síndrome de abstinencia que esta ligado a un malestar totalmente contrario al placer.

Entre los síntomas más frecuentes se encuentran: la depresión, la agitación, el insomnio, la anorexia, el cansancio-fatiga, la irritabilidad y cambio brusco de humor, el desorden psiquiátrico y el deseo, compulsivo, de cocaína.

Por lo general los signos de abstinencia de cocaína son psíquicos por sobre físicos. Estos suelen manifestarse en tres fases. La primera de diforia inmediata por el consumo de cocaína, que puede llevar a cualquiera de los síntomas antes mencionados (depresión, cambio de humor, etc.) la segunda fase de abstinencia propiamente dicho, que es considerada la de mayor riesgo de recaída. Aumenta el deseo de consumir.

Por último, la tercera fase, la de extinción, que puede durar años si no es tratada de una forma adecuada.

Fuente: Fundación Manantiales

martes, 15 de noviembre de 2011

Los efectos colaterales de la cocaína

El fin del efecto de la droga pone al adicto en una situación desesperante. El único objetivo en mente es encontrar la manera de conseguir una nueva dosis de cocaína, en este caso, para volver a sentir esa estimulación que tanta satisfacción le genera. No importa cual sea la manera, el fin, para ellos, justifica los medios.

El adicto puede llegar a cometer hurtos o robos para obtener la plata (que por su cuenta no podría reunir o que su familia le ha negado) necesaria para obtener una nueva medida de cocaína.

La abstinencia y la desesperación que esta conlleva son dos factores que pueden llevar al adicto a generar situaciones violentas y agresivas en la vía pública, el seno familiar o en un ámbito social.

Los adictos que son considerados consumidores mayores (por la cantidad de cocaína que requieren) suelen sentirse amenazados y paranoicos todo el tiempo recurriendo a la agresión como método de defensa.

Estas conductas, realizadas en forma recurrente, hacen que el adicto quede bajo la lupa de la sociedad. En muchos casos la discriminación y la desvalorización personal se transforman en moneada corriente para el adicto, que sentirá un vacío social insostenible.

Fuente: Fundación Manantiales

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Ludopatia, cuando tu vida se reduce al juego


El juego compulsivo o ludopatía es la enfermedad caracterizada por el impulso incontrolable a jugar, es decir, cualquier tipo de actividad en que la persona pone algo de valor en riesgo sobre las bases de un resultado desconocido. Al no provocar síntomas físicos, debido a que genera únicamente una dependencia psicológica, se conoce a esta enfermedad como “la adicción invisible”. El juego se vuelve una adicción cuando provoca conflictos familiares, emocionales, legales o financieros, y la persona continúa apostando igualmente. El jugador precisa de la sensación de ganar, aunque este no sea el caso la mayor de las veces.

Este desorden de salud mental de control de los impulsos se da cuando la persona piensa constantemente en el juego, aumenta sus apuestas a modo de mantener la emoción, y cree que para recuperar el dinero perdido la mejor solución es continuar jugando. Es común que el adicto mienta para esconder que ocupa su tiempo apostando por vergüenza, y en el extremo cuando ya no posee dinero para apostar recurre a actos ilegales para conseguirlo. La violencia en el hogar, dejar los estudios y la pérdida de trabajo son consecuencias casi inmediatas del juego compulsivo. De esta manera, no sólo arriesga sus pertenencias sino que también todas sus relaciones interpersonales. Al igual que el alcoholismo, el jugador se vuelve tolerante a la cantidad en juego. Esto quiere decir que cada vez siente la necesidad de apostar más cosas para sentirse satisfecho.

El tratamiento para los jugadores compulsivos empieza por reconocer que tienen una enfermedad. La negación es una característica de todas las adicciones, y es por eso que al aceptarlo, los pacientes ya están dando un primer paso hacia la recuperación.

Las posibilidades de tratamiento incluyen

Terapias individuales: el paciente se informa mejor acerca de su enfermedad, investiga las causas que lo llevan a jugar y lo relaciona con las dificultades de su vida cotidiana. Se busca mejorar el manejo de sus problemas y de su calidad de vida.

Terapias cognitivas conductuales: el paciente enfrenta directamente su conducta adictiva. Junto con el terapeuta, descubre que sus pensamientos y sentimientos hacia el juego son irracionales, y de este modo, se favorece su abandono

Terapia familiar/de pareja: su objetivo es mejorar las relaciones íntimas del paciente ya que su problema afecta también al resto de la familia. Es necesario transformar la crítica destructiva que tiene la familia con respecto a la enfermedad en una crítica constructiva para encontrarle una solución.

Grupos de apoyo: se comparten experiencias y responsabilidades entre jugadores recuperados y los que todavía se encuentran en tratamiento, para que el paciente se sienta acompañado por alguien que vivió una situación similar a la suya, y le brinde fuerza y esperanza.


Fuente: Fundación Manantiales

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Adicción, drogas y sus consecuencias

Toda adicción a las drogas (sea cual sea) tiene su tratamiento correspondiente para salir y curarse de esta enfermedad. Para esto existen planes médicos y psicológicos a cargo de profesionales y centros de rehabilitación donde llevarlos a cabo.

En todos ellos hay un factor común que los unifica: el aspecto terapéutico. Este es fundamental para lograr una rehabilitación positiva y así lograr impedir una posible recaída.

Como los motivos y factores que pueden llevar a una persona a consumir son variados y diversos, los tratamientos y métodos dependerán estrictamente del adicto y su círculo íntimo y social.

El primer paso para comenzar un tratamiento depende, en gran parte del adicto y de la ayuda y contención que los familiares puedan darle. El reconocimiento y aceptación del problema y las ganas de superarlo es la manera más óptima para empezar un tratamiento de rehabilitación.

El espacio de terapia que haya dentro del proceso de recuperación es fundamental para que reconozca los factores y motivos que lo llevaron al consumo y posteriormente a la adicción. De esta manera, el adicto, puede tomar conciencia real para evitar la recaída.

Fuente: Fundación Manantiales