El juego compulsivo
o ludopatía es considerado un desorden caracterizado por una conducta
descontrolada en relación directa a los distintos tipos de juegos. La persona va aumentando la cantidad de
tiempo, dinero y energía que dedica a estas actividades, dejando a un lado su
rutina para dedicarse de lleno al juego, volviéndose completamente dependiente.
Al perder una partida de poker o en las maquinitas en el casino, el jugador compulsivo, no deja la actividad. Al contrario, perder, lo ve como un doble desafío por lo que debe seguir jugando para superarse a si mismo y demostrarle a los demás qué tan bueno es.
Al perder una partida de poker o en las maquinitas en el casino, el jugador compulsivo, no deja la actividad. Al contrario, perder, lo ve como un doble desafío por lo que debe seguir jugando para superarse a si mismo y demostrarle a los demás qué tan bueno es.
Esta actitud
provocativa e impulsiva lo lleva a apostar grandes cantidades de dinero, bienes
y objetos con el afán de seguir jugando hasta conseguir la victoria.
Estos gastos desmedidos
llevan, al adicto, a tener problemas económicos y sociales ya que no es difícil
ver a un jugador compulsivo víctima de un ataque de nervios en medio de una
partida de cartas por haber perdido la mano. O a una persona completamente
fuera de si, presentando rasgos de violencia por una mala jugada en la ruleta.
La ludopatía puede
causar intolerancia a la frustración, incapacidad para conectarse con sus
emociones, sentimientos de baja autoestima o depresión y la mitomanía como forma
de ocultar esa doble vida, que por lo general, lleva aquella persona adicta al
juego.
Fuente: Fundación Manantiales
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